martes, 27 de mayo de 2025

SITUACIONES IRRITANTES (28 de mayo de 2025)


 El Diario Montañés, 28 de mayo de 2025 (fotografía Daniel Pedriza DM)

En la feria del libro de Portillo (Valladolid) varios colegas de la profesión almorzábamos en un restaurante que ocupa la antigua iglesia. Éramos escritores y editores –cuando recapacito, me pregunto por qué casi nunca hay libreros–, y en la conversación de sobremesa el nombre que más se repitió fue el de Revilla, quizás evocado por las anchoas que tomamos como entrantes. «Puedes escribir un artículo sobre él –me dijo un compañero–, porque menudo error ha cometido el emérito al denunciarlo. Revilla es un “animal” de la comunicación, y los periodistas lo saben. Modula a la perfección las emociones, e incluso consigue encaminarlas al borde de las lágrimas. El público lo apoyará sin fisuras para que gane su “desigual batalla”. El emérito ha querido salir del desierto de la indiferencia, pero enfangará su imagen».

La tarde menguaba de regreso a Cantabria, mientras analizaba las posibilidades del escrito. Pero, en un momento, se impuso otro con fuerza. A la altura de Arenas de Iguña, la autovía, cerrada por obras, obligaba a los vehículos a circular por la antigua carretera nacional, pródiga en abandonos y penumbras (sazonado todo por la morrina que anublaba la visión). Al llegar a Los Corrales respiré porque pude incorporarme de nuevo a la autovía, mas, apenas unos kilómetros después, hube de retornar a la carretera antigua hacia Las Caldas del Besaya. Un forzado regreso al pasado. ¿Qué sucede con nuestras comunicaciones –me dije–, que ni Revilla ganó esa batalla en su día?

Cuando el próximo mes regrese en tren de la feria del libro de Madrid, ya me ha comunicado RENFE que en Palencia nos esperará un autobús para acercarnos hasta Cantabria por esos mismos andurriales.

Sé que para que las cosas estén bien, primero deben estar mal. Pero, por habituales, hay situaciones que irritan.



martes, 20 de mayo de 2025

ADIÓS, FELISA, ADIÓS (21 de mayo de 2025)

 


El Diario Montañés, 21 de mayo de 2025

Tardaba en salir la fumata, aunque los más pesimistas presentíamos el humo negro que podía obstaculizarle al Gremio de Editores su presencia en la Feria del Libro de Santander. Porque en este negociado cultural, incapaces de luchar contra el enemigo verdadero, siempre estamos dispuestos a hacerlo entre nosotros. No es extraño que el tenderete amenace ruina. El negocio agoniza mientras dos de sus más importantes actores culturales –libreros y editores– tratan de arrancarse entre sí la mascarilla del limitado oxígeno que brota de las ventas. Cada uno va a lo suyo, caínes y abeles que, por maldición divina, llevan la discordia por bandera y ahora no quieren compartir la escasa limosna de las ferias. Es el mundo al revés, capaz de sacrificar a los más pequeños para mayor abundancia de los grandes, que de esa manera siguen imponiendo su vergonzosa uniformidad cultural.

Dice la IA, de quien tanto discrepo porque está aprendiendo a nadar y guardar la ropa antes que a ser valiente, que «la relación entre libreros y editores es dinámica, y puede ser de cooperación, competencia o conflicto, dependiendo de las circunstancias». No quiero ser tan superficial como ella. A simple vista puede parecer que en Cantabria se ha optado por el conflicto porque los libreros quieren seguir manteniendo los aranceles del 25% que imponen a los editores para acudir a «su feria de libreros», que no del libro. Y que estos no lo consideran justo –mucho menos aún en esta edición, en la que se ha reducido a la mitad el espacio de su caseta–. Pero, sin duda, hay otras razones subyacentes de mucho más calado.

Si no se impone el sentido común para intentar descubrirlas, dialogar y subsanarlas, los editores cántabros no acudirán a la edición de Felisa 2025, que, por ello, estará más desamparada.


domingo, 11 de mayo de 2025

BIBLIOTECA INMATERIAL (14 de mayo de 2025)

 

El Diario Montañés, 14 de mayo de 2025

Domingo gris. Cielo melancólico. Releo al portugués Gonçalvo M. Tavares, que aumenta mi aflicción con la rotundidad de su pensamiento: «¿Qué hacer con el número de teléfono de la persona que ha muerto? ¿Dónde lo pones? ¿En qué agenda? Envejecer es un poco esto: primero, solo hay una agenda: la de los contactos de los vivos. Después empieza la de los muertos, con un nombre; luego dos, tres. Y sí, en poco tiempo, las dos agendas tendrán el mismo peso».

Vivir –lo dice Borges– es un «desgaste incesante hacia la muerte». Con el paso de los años, la vida se nos llena de ausencias y comienza a gravar la partida de los otros. Ese vacío ocupa ya con excesivos muertos la agenda de mi teléfono móvil. Y de sus conversaciones –algunas optimistas frente a un cáncer o una enfermedad que luego los venció sin misericordia– mi wasap de amigos. Sucede lo mismo con las fotografías, que abarrotan mi carpeta de imágenes, presentes en su inexistencia, de compañeros del alma que jamás veré vivos. ¿Qué hacer con todo ese material que de alguna manera los mantiene presentes en la inmaterialidad de la memoria? Imposible eliminarlo. Es su forma de persistencia.

Permitidme una licencia poética, en forma de giro brusco de guion. Quiero hablaros de una fotografía que publicó este periódico el domingo 5 de agosto de 2018, en la que aparecemos diez personas con una biblioteca a nuestras espaldas: «La Biblioteca de Menéndez Pelayo inicia a final de año las obras de su rehabilitación», dice la noticia.

Al ver las estanterías repletas de sabiduría he tenido idéntica sensación que cuando reviso los teléfonos, los wasaps o las imágenes de los muertos. Porque, tras siete años, la biblioteca solamente vive en imagen.

Los «diez custodios», según parece, seguimos aquí. Algunos, para denunciarlo.

martes, 6 de mayo de 2025

IMPOSIBLE DEBATIR (7 de mayo de 2025)

 

El Diario Montañés, 7 de mayo de 2025

La otra mañana, por descuido, me levanté con el pie izquierdo. Debo confesar que, aunque no soy supersticioso, comencé la jornada con la extraña sensación de que la cosa podía torcerse en cualquier momento, pues por tradición heredada tendemos a confundir zurdo con siniestro. Ejemplos hay a cientos. Me viene a la cabeza el de Quico, protagonista de ‘El príncipe destronado’, a quien su madre reprendía cuando a la hora de comer cogía los cubiertos con la izquierda. Su padre, sin embargo, decía con sorna que «el zurdo lo es porque tiene más corazón que el diestro, pero los diestros les corrigen porque no toleran que otros tengan más corazón que ellos». (Quizás esto lo escribió Delibes como justicia poética de un zurdo de pensamiento).

En aquel entonces no era conocido ni tenía poder –esto es lo peligroso– el argentino Milei, que sostiene ahora que no hay que darle ningún lugar «a los zurdos de mierda». Tampoco en ese pensamiento se ha querido quedar escaso Abascal, que los define como «unos mierdas sin principios». Es posible que el padre de Quico tuviera razón, y lo que en realidad no pueden soportar estos diestros salvapatrias es que otros antepongan el corazón cuando piensan.

Sea como fuere, la sorpresa más grande de ese día que inicié a pie cambiado no me la ofreció un zurdo político, sino una persona del otro extremo ideológico: «No insultes mi inteligencia –me dijo mientras conversábamos–, ni me supongas tan estúpido como para mantener que la tierra es plana. Eso déjalo para los ignorantes. Pero tampoco me creas tan necio como para que me trague que el hombre ha pisado la luna». Lo soltó con un par. Sin corazón ni cabeza.

Luego, incontinenti, caló la gorra, diose media vuelta… y ya no hubo más que hablar.