domingo, 2 de diciembre de 2012

ECONOMÍA Y BASURA (2 de diciembre de 2012)


El Diario Montañés, 2 de diciembre de 2012

Hay muchos índices para medir los parámetros macroeconómicos –el PIB, el IPC, los tipos de interés, los indicadores de empleo...–, en su mayoría demasiado técnicos para la comprensión cabal del ciudadano medio. La economía doméstica, la de a pie, no necesita de datos tan complejos ni de tecnologías punteras: para conocer su estado basta con observar la triste expresión de las gentes por las calles y con estar atentos al pesaje de la basura que se recoge en su entorno.
La basura ha sido siempre fuente inagotable de investigación. Lo hemos leído en libros y lo hemos visto en películas: cuando un detective quería obtener información sobre algún sospechoso, esparaba paciente a que sacara la bolsa de desperdicios para hurgar en su interior en busca de tesoros escondidos. En México y América Central llaman «pepenar» a este proceso de recoger objetos de los recipientes de basura. Incluso hay una página web que ofrece un decálogo de instrucciones para hacerlo bien y sin riesgo para la salud y, así, amueblar la casa, llenar el frigorífico o conseguir dinero «pepenando» en lo que les sobra a otras personas.
Ahora nos acabamos de enterar de que en el periodo de 2008 a 2011 se han recogido en Santander 5.500 toneladas de basura menos de las previstas, y que en lo que llevamos de año van 2.000 menos que en el año anterior a la misma fecha. ¿Nos hemos vuelto más limpios? Desgraciadamente ésa no es la razón. En realidad es que la bolsa de la compra cada vez pesa menos, y cada vez sobra menos de lo que ya hay poco en origen. Un índice claro de que las estamos pasando canutas.
Las ratas que están siendo desalojadas de sus madrigueras por las obras de la calle Lealtad y del Centro Botín deberán tener cuidado al elegir su nueva residencia. Si no atinan, además de perder la guarida pueden estar abocadas a luchar a brazo partido con quienes «pepenan» en la cada vez más exigua basura.

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