jueves, 24 de mayo de 2012

MALABARISMOS VERBALES (8 de abril de 2012)


Diario Montañés, 8 de abril de 2012


Cantinflas, el personaje a quien daba vida el genial Mario Moreno, se hizo famoso por sus discursos incoherentes. Años más tarde fue Antonio Ozores el que alcanzó una perfección insuperable en el difícil arte de hablar mucho y no decir nada. Pero esta semana, con motivo de la publicación de los Presupuestos Generales del Estado y su repercusión en Cantabria, los esfuerzos dialécticos de algunos de nuestros responsables políticos han superado con creces a ambos artistas: nadie como ellos para retorcer su discurso y darle unos matices insospechados.
Últimamente me gusta observar, como espectador desapasionado del circo político, los malabarismos verbales que hacen estos peritos en meandros dialécticos, empeñados en que parezca blanco el panorama gris oscuro casi negro que nos acecha, y en transmitirnos que los presupuestos, aun siendo malos, muestran el esfuerzo generoso del Gobierno central para dedicar dinero a Valdecilla, a la A-8 y a otras actuaciones en nuestra región.
Y si es de rigor aceptar que 5 millones para Valdecilla y 4 para la autovía de Solares-Torrelavega son más millones que ninguno, no conviene olvidar que en el primer caso se pretendía obtener 40 y en el segundo 163. Es decir, que hemos recibido menos del 4,5% de lo que necesitábamos. (De los diez mil euros asignados para el AVE es mejor no hablar).
Pero no crean ustedes que nuestros políticos han perdido el sentido común, no. En realidad padecen una enfermedad muy habitual que les hace anteponer los intereses de su partido a su opinión personal. Una especie de virus por el que, a cambio de mantenerse en el cargo, deben cerrar los ojos, morderse la lengua y tragar mucha bilis... que luego aprovechan a liberar cuando pasan a la oposición.
Mientras tanto, los ciudadanos permanecemos sumidos en la melancolía de lo que pudo haber sido y no fue. Y seguimos añorando el hospital acabado, las autovías funcionando y los trenes de alta velocidad entrando a Santander por encima o por debajo –que lo mismo da– del puente de la Marga.

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