jueves, 24 de mayo de 2012

PETRA, LETICIA Y EL 112 (30 de abril de 2012)


Diario Montañés, 30 de abril de 2012


Vivimos una época en la que la noticia llega a nuestros hogares prácticamente al tiempo en que se está produciendo el hecho noticiable. En el caso de los fenómenos atmosféricos, como la ciencia avanza que es una barbaridad, además podemos preverlos, anunciarlos y anticiparlos en imágenes como si se tratase del trailer de una película que se proyectará en las salas de nuestras vidas unos días más tarde. Que el adelanto cumpla con las expectativas, es otro cantar.
Esta semana hemos estado preocupados por la venida de uno de esos fenómenos conocidos como «ciclogénesis explosiva» –ciclones los llamábamos cuando niños– al que los científicos bautizaron, muy alejados del lenguaje no sexista, con un nombre de mujer: ‘Petra’.
Pero la ruidosa hembra, acaso perdidas sus fuerzas en las espirales de alguna isobara, no llegó a Cantabria como la piedra amenazante que auguraba, y pasó por nuestra región casi convertida en arenilla, molesta, eso sí, pero mucho menos contundente; y en lo personal apenas si nos produjo alguna irritación leve en los ojos.
Pese a todo, el servicio de emergencias del 112 tuvo que realizar múltiples salidas para resolver problemas menores. Y sus operarios lo hicieron con la eficiencia acostumbrada: un árbol tronzado allí, un cable eléctrico roto allá, unas tejas desprendidas acullá. Después, cuando volvieron a sus cuarteles de invierno –mucho de invernal está teniendo esta primavera sembrada de ERE por doquier–, lo hicieron con la satisfacción del trabajo bien hecho, pero con mucha preocupación. Dentro les esperaba otro temporal, anunciado con no menos bombo y alarma, que está minando su moral y amenazando su futuro inmediato.
Que pase como ‘Petra’, dejando tras de sí pocos daños, es lo deseable. Pero en ocasiones los nombres –lo sabemos desde siempre– no definen bien a sus portadores, y el de Leticia, que en latín significa «aquella que trae la alegría y la felicidad», puede dejar en sus filas más desolación que cualquier escarnio natural.

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